El material como fuente de consulta periodística

Por Iván Saposnic Eggers

 

En las inmediaciones del Congreso de la Nación suele pasar una variedad de cosas. Hechos. Como la celebración por la Ley de Matrimonio Igualitario en el 2010, la aprobación del IVE en el 2020; estos, apenas algunos de los hitos que convergen en los acontecimientos del país. Existe un lugar capaz de condensar -y preservar- todas estas historias: la Biblioteca del Congreso de la Nación (BCN). Ahí fueron los estudiantes de ETER, en el marco de la materia Historia Argentina, con el objetivo de analizar ejemplares de la revista Primera Plana, un clásico de los años ‘60.



Pasadas las 9:45 de la mañana de un día de semana, los alumnos -guiados por la docente Greta Kalaidjian-, ingresaron por la puerta principal. Creada en el año 1859 y ubicada sobre la calle Hipolito Irigoyen al 1750, a pocos metros del Palacio Legislativo, la biblioteca posee en sus salones una iluminación que permite a cualquier asistente leer el preámbulo de la Constitución a más de 50 metros de distancia. Luego de una introducción, los estudiantes se ubicaron en amplios pupitres, bien iluminados, donde les entregaron el material de archivo. Estos libros robustos, de lomos desgastados, contienen en su interior más de 100 ediciones distintas de la revista fundada por Jacobo Timerman en 1962En grupos, analizaron cómo a través de artículos que criticaban al presidente y enaltecian la figura del general Juan Carlos Ongania, los periodistas de aquel medio impulsaron el derrocamiento de Arturo Illia en 1966. ”Forma parte del trabajo del periodista no solamente conocer el rol de los medios de comunicación en el pasado, sino también entender el rol del periodista hoy, como formador de opinión, como comunicador social y la responsabilidad que tiene”, comentó Greta Kalaidjian. Repasado el material, los estudiantes se dedicaron a releer los análisis de un joven Mariano Grondona y fotografiar las caricaturas que mostraban al entonces presidente como un mandatario lento y débil, caracterizado como tortuga.

 

A las 11:30, los estudiantes emprendieron la retirada, pero antes pasaron a conocer los depósitos de la hemeroteca -colección de revistas-, donde hay clasificadas más de 9.000 publicaciones. De hecho, en el salón principal no se encuentran vestigios de libros: están custodiados por los trabajadores de la BCN. Como las reservas de un banco, pero con más valor. Marta, trabajadora de la biblioteca, asegura que el archivo refleja nuestra historia, y que el Estado debe conservar y cultivar su propia memoria. Al finalizar, el curso volvió sobre sus pasos atravesando los angostos pasillos del depósito. Mientras se dirigían hacia la salida, los estudiantes aprovecharon para saludar a cada trabajador de la BCN que se les cruzaba. Ellos respondieron con invitaciones a regresar cuando lo desearan, como si la biblioteca fuese un lugar de todos. En la calle, algunos alumnos afirmaron que este material los acercaba más a cómo se pensaba el periodismo y la sociedad en esa época, que conocer el pasado “nos hace mejores comunicadores”, coincidían en resaltar. Frente al Congreso había una nueva manifestación; quizá, también quede en los registros de la Biblioteca.

*Foto de portada: gentileza Biblioteca Congreso de la Nación

* Por Iván Saposnic Eggers (@sapo_errante) Estudiante de 1er año de Periodismo.