EL HURACÁN NÉSTOR
Por Darío Romano
A veces el destino parece estar escrito. Néstor Apuzzo, exentrenador de Huracán y máximo ganador de la historia del club, es un claro ejemplo. Desde de los diez años que está en el Globo, su segunda casa. Pasó momentos maravillosos y otros no tanto. Obtuvo el ascenso en 2014, cuando parecía una utopía. Hizo festejar a todo el pueblo quemero, tras 41 años de sequía, al obtener la Copa Argentina del mismo año tras derrotar a Rosario Central por penales. Luego le ganó la Supercopa Argentina a River por 1 a 0 y pasó a ser el entrenador más exitoso del club. De todas maneras, tras algunos malos resultados en el torneo local volvió a ser el coordinador de las divisiones inferiores.
-¿Qué significa Huracán en tu vida?
-Es mi segunda casa. Acá me formé como persona, como entrenador y como futbolista.
-¿Sos consciente que quedaste en la historia de Huracán?
-Yo creo que sí, pero el logro más grande de todo fue haber ascendido. Cuando me tocó asumir, Huracán estaba último y no había prácticamente margen de error. Teníamos 18 puntos en juego y no podíamos perder más de 3. Tuvimos que ir a un desempate y logramos ponerlo en primera. Gracias a eso y a haber ganado la Copa Argentina, jugamos la Libertadores. Pero el logro más importante es el ascenso por cómo se dio, último, sin chances prácticamente y al final terminamos ascendiendo. Lo demás no te lo quita nadie, salir campeón dos veces con este club es algo soñado.
-Nadie había salido dos veces campeón con Huracán…
-No, estaba el Flaco Menotti solamente en el 73. Después fue todo amateur. Pero bueno, bienvenido sea.
-¿Te gustaría tener una estatua como la de ‘Mostaza’ Merlo en Racing?
-No (se ríe), lo único que quiero es que la gente sepa que uno dejó todo siempre por este club y si los hinchas están felices, yo también lo estoy.
-Desde los 10 años que estás en el club…
-Sí. Dios me tocó con la varita porque en el año en el que llegué cuando era pibe, en el 73, salimos campeones. Después de 41 años pudimos volver a salir campeones y yo pude aportar mi granito de arena. Se cortó desde los 21 a los 28 que estuve en otros clubes como futbolista. Volví a Fútbol de Salón y después cuando estuve en el proyecto Barcelona, desde 2007 hasta fines del 2011. Pero sacando eso, siempre estuve en Huracán. Es mi casa, son casi 30 años de los 52 que tengo y siempre va a ser poco lo que le dé.
-¿Te quedó alguna espina con Carlos Babington, quien prescindió de vos cuando asumió?
-No, me fui yo. Tenía contrato hasta fines del 2008. Carlos trajo a Amodeo y entonces creía que estaba de más. Entendí que es fútbol. Carlos confió en él y pensó que era mejor en ese momento. Quiso que estemos los dos, pero yo no. Fue importante a nivel profesional cortar el cordón con el club y poder potenciarme como coordinador y entrenador, trabajando para el equipo más importante del mundo. Tuve la suerte, esa que me da Dios, que los mejores años del Barcelona, en los cuales ganó absolutamente todo y explotó Leo (Messi), fueron cuando a uno le tocó laburar en ese proyecto.
-¿Es complicado llevar a cabo esa forma de jugar del Barça en el fútbol argentino?
-Es difícil. El fútbol argentino es la silla eléctrica para cualquier entrenador. El hincha argentino se acostumbró a que el fusible sea el técnico y pasas a ser del más lindo al más feo. Me ha sucedido a mí en primera. Veníamos de varios logros. En la Libertadores quedamos afuera, perdiendo un solo partido, en donde parecía que todo se había derrumbado y que ya no servíamos para nada. A los tres días, le ganamos la Supercopa Argentina a River y volví a ser el entrenador ideal. Somos muy exitistas y eso es un gran error. Los proyectos a largo plazo son la prioridad. Huracán en inferiores lo empezó en el 2011, en donde se cortó de la mano mía un año (estuvo en primera), pero estuvo a cargo Daniel Mesina. Hoy tenemos primera a la cuarta, la séptima y segunda la novena. En la general, está entre los diez mejores equipos del país, cosa que cuando llegamos no pasaba. No solo eso, entre medio te llegan los Espinoza, Romero Gamarra y además vendes a Tiago Casasola y Gonzalo Martínez.
-¿Te pone contento que Eduardo Domínguez haya tomado el cargo que dejaste?
-Sí, creo que fue un gran acierto de Alejandro Nadur. Ganó tiempo. Edu (Domínguez) los conoce bien a todos. Me pone contento porque es una gran persona, tenemos una gran amistad, lo considero un hermano menor mío. Nos llamamos antes y después de los partidos, convivimos en el día a día, no solo con el sino con todo el plantel. Me pone bien poder seguir ayudándolo desde donde me toca ahora.
-Huracán es tu segunda casa, pero en algún momento se portó mal cuando te dejó libre, con hepatitis. ¿Por qué no le hiciste juicio?
-No sé, Dios me dijo que no tenía que hacerle mal. Te puedo asegurar que me decían que le haga juicio, que le podía sacar la cancha. Era jugador profesional. Quedé libre sabiendo que por ahí no volvía a jugar nunca más. Gracias a Dios pude volver. No de la misma manera, pero seguí adentro de una cancha. Para nada arrepentido. La vida y el tiempo me dijeron que hice lo correcto. Y fueron dos veces. Cuando me fui en el 2007, Huracán me debía mucha plata y podía haber hecho algún juicio. Pero nunca se me cruzó por la cabeza y nunca se me va a cruzar. Es lo mismo que querer sacar de tu casa a tu papa y mama. Como le vas a hacer juicio a tu familia, hubiese sido una locura.
-Viviste muchos momentos lindos en tu vida. ¿Alguno malo?
-Hoy lo más difícil es tener a mi papa enfermo, con Alzheimer. No se enteró nunca de que pude ascender y salir campeón con Huracán. Muy duro. Un fuera de serie que nunca me hizo faltar nada. Después todas las enfermedades y problemas que tuve siendo futbolista. A los 16 años pude debutar en primera y todos decían que tenía potencial. Pero la guerra me dejó como un jugador de ascenso.
-El tema de la guerra y la colimba. ¿Qué tenés para decir?
-Prefiero de ese tema no hablar. Fue un antes y un después en mi carrera. Un momento muy triste para mí y sobre todo para las familias que han perdido sus hijos con 18, 19 años. Una locura. Yo por lo menos la pude contar. Pude armar una familia y lograr todo lo que tengo hasta ahora. Creo que fue una vergüenza lo que ha sucedido. Hay que sacarse el sombrero con los caídos y con los que fueron a combatir. Soy un agradecido de que el fútbol me fue encuadrando nuevamente en la sociedad.
-¿Quién le dio más a quien: Apuzzo a Huracán o al revés?
-Por todo lo que te conté, Apuzzo tiene para seguir dándole cosas a Huracán hasta el último día que esté. Creo que todavía estamos en deuda.
-Con todo lo que le diste… ¿todavía en deuda?
-Si, porque como te digo Huracán me formó. Después de la guerra, me contuvo en su momento. Me dio la posibilidad de volver y también de ser entrenador. Si soy alguien en el fútbol es gracias a este club. Siempre le voy a estar agradecido y por más que el día de mañana me vaya a trabajar a otro lado, mi corazón siempre va a estar en la Quema.
-Es mi segunda casa. Acá me formé como persona, como entrenador y como futbolista.
-¿Sos consciente que quedaste en la historia de Huracán?
-Yo creo que sí, pero el logro más grande de todo fue haber ascendido. Cuando me tocó asumir, Huracán estaba último y no había prácticamente margen de error. Teníamos 18 puntos en juego y no podíamos perder más de 3. Tuvimos que ir a un desempate y logramos ponerlo en primera. Gracias a eso y a haber ganado la Copa Argentina, jugamos la Libertadores. Pero el logro más importante es el ascenso por cómo se dio, último, sin chances prácticamente y al final terminamos ascendiendo. Lo demás no te lo quita nadie, salir campeón dos veces con este club es algo soñado.
-Nadie había salido dos veces campeón con Huracán…
-No, estaba el Flaco Menotti solamente en el 73. Después fue todo amateur. Pero bueno, bienvenido sea.
-¿Te gustaría tener una estatua como la de ‘Mostaza’ Merlo en Racing?
-No (se ríe), lo único que quiero es que la gente sepa que uno dejó todo siempre por este club y si los hinchas están felices, yo también lo estoy.
-Desde los 10 años que estás en el club…
-Sí. Dios me tocó con la varita porque en el año en el que llegué cuando era pibe, en el 73, salimos campeones. Después de 41 años pudimos volver a salir campeones y yo pude aportar mi granito de arena. Se cortó desde los 21 a los 28 que estuve en otros clubes como futbolista. Volví a Fútbol de Salón y después cuando estuve en el proyecto Barcelona, desde 2007 hasta fines del 2011. Pero sacando eso, siempre estuve en Huracán. Es mi casa, son casi 30 años de los 52 que tengo y siempre va a ser poco lo que le dé.
-¿Te quedó alguna espina con Carlos Babington, quien prescindió de vos cuando asumió?
-No, me fui yo. Tenía contrato hasta fines del 2008. Carlos trajo a Amodeo y entonces creía que estaba de más. Entendí que es fútbol. Carlos confió en él y pensó que era mejor en ese momento. Quiso que estemos los dos, pero yo no. Fue importante a nivel profesional cortar el cordón con el club y poder potenciarme como coordinador y entrenador, trabajando para el equipo más importante del mundo. Tuve la suerte, esa que me da Dios, que los mejores años del Barcelona, en los cuales ganó absolutamente todo y explotó Leo (Messi), fueron cuando a uno le tocó laburar en ese proyecto.
-¿Es complicado llevar a cabo esa forma de jugar del Barça en el fútbol argentino?
-Es difícil. El fútbol argentino es la silla eléctrica para cualquier entrenador. El hincha argentino se acostumbró a que el fusible sea el técnico y pasas a ser del más lindo al más feo. Me ha sucedido a mí en primera. Veníamos de varios logros. En la Libertadores quedamos afuera, perdiendo un solo partido, en donde parecía que todo se había derrumbado y que ya no servíamos para nada. A los tres días, le ganamos la Supercopa Argentina a River y volví a ser el entrenador ideal. Somos muy exitistas y eso es un gran error. Los proyectos a largo plazo son la prioridad. Huracán en inferiores lo empezó en el 2011, en donde se cortó de la mano mía un año (estuvo en primera), pero estuvo a cargo Daniel Mesina. Hoy tenemos primera a la cuarta, la séptima y segunda la novena. En la general, está entre los diez mejores equipos del país, cosa que cuando llegamos no pasaba. No solo eso, entre medio te llegan los Espinoza, Romero Gamarra y además vendes a Tiago Casasola y Gonzalo Martínez.
-¿Te pone contento que Eduardo Domínguez haya tomado el cargo que dejaste?
-Sí, creo que fue un gran acierto de Alejandro Nadur. Ganó tiempo. Edu (Domínguez) los conoce bien a todos. Me pone contento porque es una gran persona, tenemos una gran amistad, lo considero un hermano menor mío. Nos llamamos antes y después de los partidos, convivimos en el día a día, no solo con el sino con todo el plantel. Me pone bien poder seguir ayudándolo desde donde me toca ahora.
-Huracán es tu segunda casa, pero en algún momento se portó mal cuando te dejó libre, con hepatitis. ¿Por qué no le hiciste juicio?
-No sé, Dios me dijo que no tenía que hacerle mal. Te puedo asegurar que me decían que le haga juicio, que le podía sacar la cancha. Era jugador profesional. Quedé libre sabiendo que por ahí no volvía a jugar nunca más. Gracias a Dios pude volver. No de la misma manera, pero seguí adentro de una cancha. Para nada arrepentido. La vida y el tiempo me dijeron que hice lo correcto. Y fueron dos veces. Cuando me fui en el 2007, Huracán me debía mucha plata y podía haber hecho algún juicio. Pero nunca se me cruzó por la cabeza y nunca se me va a cruzar. Es lo mismo que querer sacar de tu casa a tu papa y mama. Como le vas a hacer juicio a tu familia, hubiese sido una locura.
-Viviste muchos momentos lindos en tu vida. ¿Alguno malo?
-Hoy lo más difícil es tener a mi papa enfermo, con Alzheimer. No se enteró nunca de que pude ascender y salir campeón con Huracán. Muy duro. Un fuera de serie que nunca me hizo faltar nada. Después todas las enfermedades y problemas que tuve siendo futbolista. A los 16 años pude debutar en primera y todos decían que tenía potencial. Pero la guerra me dejó como un jugador de ascenso.
-El tema de la guerra y la colimba. ¿Qué tenés para decir?
-Prefiero de ese tema no hablar. Fue un antes y un después en mi carrera. Un momento muy triste para mí y sobre todo para las familias que han perdido sus hijos con 18, 19 años. Una locura. Yo por lo menos la pude contar. Pude armar una familia y lograr todo lo que tengo hasta ahora. Creo que fue una vergüenza lo que ha sucedido. Hay que sacarse el sombrero con los caídos y con los que fueron a combatir. Soy un agradecido de que el fútbol me fue encuadrando nuevamente en la sociedad.
-¿Quién le dio más a quien: Apuzzo a Huracán o al revés?
-Por todo lo que te conté, Apuzzo tiene para seguir dándole cosas a Huracán hasta el último día que esté. Creo que todavía estamos en deuda.
-Con todo lo que le diste… ¿todavía en deuda?
-Si, porque como te digo Huracán me formó. Después de la guerra, me contuvo en su momento. Me dio la posibilidad de volver y también de ser entrenador. Si soy alguien en el fútbol es gracias a este club. Siempre le voy a estar agradecido y por más que el día de mañana me vaya a trabajar a otro lado, mi corazón siempre va a estar en la Quema.