Mannarino sobre el trabajo freelance: "Lo que no debemos hacer es darnos por vencidos"

Por Sol Bajar

      Del editor como aliado a la preproducción meticulosa, Juan Manuel Mannarino pintó en ETER un mapa imprescindible para quien busque navegar el periodismo freelance y crear notas que perduren. Así, el aula Maestros del Oficio se convirtió en un laboratorio de ideas. El periodista, con una trayectoria que serpentea páginas de “Anfibia”, “Revista Ñ”, “El Cohete a la Luna” y “Gatopardo”, llegó para hablar de las estrategias que sostienen el andamiaje del trabajo freelance y la producción de notas con sustancia.

 

      Mannarino desafió la idea de la inmediatez como única vía para el desarrollo del oficio. Su relato sobre la gestación de su premiada crónica sobre la hija del genocida Miguel Ángel Etchecolatz dibujó un panorama de paciencia, profundidad y compromiso con el deseo que motoriza la labor del periodista. Seis meses de diálogo silencioso, antes que la historia emergiera con la fuerza de un río contenido. "Buscar el éxito a veces hace perder el proceso de elaboración", reflexionó invitando a resistir “la vorágine del instante” y a cultivar la maduración de las historias. 

 

      El periodista, escritor y docente de la facultad de Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, habló de las estrategias que forjó en su proceso. Recordó sus inicios y la primera nota publicada en la revista “La Pulseada”, que conducía en esa ciudad un cura tercermundista. Fue “un acto de conquista con las herramientas disponibles”, contó. 

 

      La figura del “editor” surgió como un eje central. No como un “filtro”, sino como un aliado estratégico en la construcción de relatos sólidos. Para conquistar ese vínculo, Mannarino insiste en confiar en el tiempo que lo madura, escuchar y actuar con profesionalidad.

 

      La producción de una nota es un trabajo de orfebrería que comienza mucho antes de la primera línea escrita. Implica una preproducción meticulosa: atender a los temas que resuenan, construir archivos de información, dominar el arte de la entrevista y mantener una investigación constante, actualizada. "Todo eso es un acervo que está orbitando para el momento en que lo necesito", graficó Mannarino. Y en ese universo de posibilidades, la estrategia es nuevamente la hoja de ruta: analizar el medio donde se va a escribir, identificar sus vacíos, ofrecer un valor diferencial en el momento indicado.

 

      El fantasma del rechazo planeó brevemente en la sala, pero Mannarino lo conjuró con una dosis de pragmatismo y creatividad. Los "no" iniciales en su carrera fueron un desafío para afinar el temperamento y la propuesta. "Lo que no debemos hacer es darnos por vencidos", sentenció, alentando a preguntarse cuán creativo se ha sido en la insistencia.

 

      En un panorama marcado por la urgencia y, a menudo, por la superficialidad, Mannarino reivindicó el rol de la pregunta, la duda, la disconformidad. "Un buen periodista aprende a parar la pelota, a analizar, a acorralar sin concesiones al entrevistado sabiendo que muchas veces los silencios y los movimientos narran tanto o más que las palabras”, dijo.

 

      La charla no fue una mera transmisión de consejos técnicos útiles; sino una inmersión en la pasión que sostiene al periodismo de largo aliento. Juan Manuel Mannarino, con su experiencia y sencillez, dejó la certeza de que este camino exige perseverancia, estrategia y, sobre todo, la convicción de que las buenas historias siempre encuentran el momento para ser contadas.

      * Por Sol Bajar (@Sol_Bajar), estudiante de 2° año de Periodismo.