La Tigresa visitó a estudiantes de tercer año de Periodismo Deportivo

Por Micaela Garay*

Marcela “La Tigresa” Acuña participó de una clase de Deporte y Sociedad en ETER con alumnos de tercer año de Periodismo Deportivo para abordar, desde la experiencia de la primera boxeadora profesional del país, algunos puntos que ayudaron entender cómo se estructura el deporte y qué rol fueron ocupando las mujeres.

 

 

Es difícil imaginarse hoy en día lo que implica ser la primera especialmente en el Boxeo, uno de los deportes con más tradición del país, que necesitó el impulso de una pionera para permitirse expandir sus horizontes y ser, en definitiva, una posibilidad también para las mujeres.  Si hoy en día el mítico Luna Park celebra entre sus principales peleas el encuentro entre dos boxeadoras, es porque desde hace un tiempo existe La Tigresa.

 

El camino fue un poco atípico. De competir en Full Contact (un deporte parecido al Boxeo, donde se permiten patadas de Karate) y entrenar en un ring con varones (los únicos adversarios posibles), a una primera pelea profesional en 1997 nada más y nada menos que con Christy Renea Martin, su referente y una de las máximas boxeadoras del mundo: “Se jugaron muchas cosas en el sentido emocional, era encontrarme con mi ídola. Yo sin ningún tipo de experiencia ante la mejor del mundo. Siempre consideré que era el paso a seguir porque otra cosa no existía” - comentó para tratar de explicar la hazaña.

 

 

Pero además fue crítica y consecuente con su rol en la historia del deporte: “Si no hubiese peleado, el boxeo hubiese tardado un poco más acá en Argentina, cuando se me dio la oportunidad no dudé”. Lo cierto es que ese fue el puntapié para que la Federación Argentina de Boxeo se de a la tarea de reglamentar la disciplina para las mujeres. Si bien tardaron cuatro años en conseguirlo, La Tigresa destacó el trabajo ya que fue una reglamentación que sirvió de modelo para otros países, y ella hizo su aporte: “Haber tratado de cambiar la perspectiva era toda una odisea, no quería privilegios, quería ser una más”.

 

Su aporte con los guantes en el ring y su pasión por el deporte, que la llevó a pelear con quien haya que pelear, contribuyeron también a que, de a poco, creciera la difusión de lo que hoy es un orgullo nacional y puro crecimiento, pero en algún momento fue una lucha en soledad: “Fue muy resistido. La sociedad estaba completamente en contra de que el boxeo femenino creciera. Fue muy difícil tratar de convencer a la gente de que éramos mujeres queriendo hacer algo distinto”. Y remarcó el aporte de las mujeres que, desde el convencimiento, trabajan en silencio para que la disciplina nunca se estanque.

 

Ahora se prepara para el retiro, este es su último año como boxeadora profesional en el que prepara dos peleas y se mantiene expectante de que alguna pueda ser en el estadio que la vio campeona del mundo por primera vez: el Luna Park. Sobre terminar una carrera después de tanta trayectoria, contó que tuvo que buscar nuevas motivaciones que la ayuden a mantenerse activa, y después de haber intentado con algunas carreras, encontró el entusiasmo en el Periodismo Deportivo. La buena noticia es que hay Tigresa para rato.

 

*Micaela Garay (@micagamuza), estudiante de 3er año de Periodismo Deportivo