González: “El entrenador es el primer fusible que salta en un proyecto deportivo”

Por Franco Sansone

      Quien fuera en el pasado un lateral derecho argentino, estuvo en un ida y vuelta con los estudiantes de Periodismo Deportivo a través de una charla virtual. Ante la pregunta sobre un jugador -y una situación puntual-, respondió: "Compartimos un año. “El Morro” era un tipo maravilloso, súper humilde. Tranquilo, pero un uruguayo guerrero. Muy compañero y líder de grupo. Cuando llegamos al club, él ya estaba separado del plantel por los problemas de depresión que padecía. Fue un dolor muy grande lo que sucedió”, detalló González con pena. Así respondía sobre su relación con Santiago García, “El Morro”, apodado así por el ambiente del fútbol, que se quitó la vida a raíz de una depresión. La mención a “El Morro” generó un silencio denso. González no vino solo para hablar sólo de fútbol, también a contar su historia, sus experiencias. 

 

    Jugó en San Lorenzo, Arsenal de Sarandí, San Pablo, Huracán, y otros clubes. Reconoció que se siente muy agradecido con el fútbol porque nunca imaginó que podía tener la carrera que tuvo, habiendo salido de un club como El Porvenir, donde debutó en 1995, ascendió y dio el salto a San Lorenzo de Almagro en 1998 -en el Ciclón salió campeón en los torneos Clausura 2001 y 2007-. Le da pena que hoy El Porvenir esté en la situación en la que se encuentra y sin un proyecto a largo plazo. Recordó con cariño al club que lo vio nacer futbolísticamente y le dio sus primeras armas en la vida. “Llegué con 9 años y me fui de adulto”.

 

   Habló con tono calmo, sin estridencias. Tuvo infinidad de técnicos consagrados: Ruggeri, Basile, Russo, entre otros, pero no destacó a ninguno por sobre otro. “De todos me llevé algo, lo bueno y lo malo”, expresó con humildad. “En El Porvenir nos dirigió el Tano Calabria, que era un ex árbitro. No ibas a encontrar tácticas modernas, pero nos enseñó un camino humano, que era el correcto, y eso nos ayudó un montón a crecer”. Al instante, rememoró una situación con el chileno Manuel Pellegrini en San Lorenzo. “Habíamos salido campeones en el 2001 y Manuel me dijo: ‘Vas a tener que buscar club porque no vas a tener muchos minutos y vos tenés que seguir creciendo’. Me mató”, aseguró. Pero reconoció que ese momento lo ayudó a ser el jugador en el que se convirtió años después. Confesó que vivió algunas injusticias futbolísticas con otros formadores, pero no ahondó en ellas. 

 

   Destacó que uno de sus objetivos es seguir aprendiendo día a día para poder plasmar las enseñanzas que le dejaron esos grandísimos técnicos y así sumar más herramientas para trasladarlas al próximo proyecto que el destino le depare. “Hoy estoy muy cómodo, con un papel importante dentro del equipo de trabajo de “El Gallego”. Me siento preparado para largarme solo, pero todavía sigo aprendiendo”, contestó ante la pregunta de un estudiante sobre su futuro como director técnico. Y agregó: “Los representantes hoy se han perfeccionado. En mi época, eran amigos o familiares de los jugadores y, en esa no formación, terminaban perjudicando al jugador”, aseveró sobre el rol y el poder de estos protagonistas que siempre tuvieron un lugar preponderante, desde las sombras, en el fútbol. Ante una pregunta de un estudiante, recordó cómo aprendió a patear tiros libres, una de sus marcas registradas: "Nunca fui de quedarme horas pateando tiros libres, pero los practicaba. Siempre. No hay secreto. Es repetición y repetición." Así se formó ese lateral derecho que con esa diestra exquisita clavaba goles como si jugara con la mano.

 

   “Lindo recuerdo”, contestó cuando le preguntaron por los dos tiros libres que le metió al “Mono” Navarro Montoya, arquero de Nueva Chicago por ese entonces (San Lorenzo le ganó 3 a 2, en la 12° fecha del Clausura 2007, al conjunto de Mataderos. El Ciclón se coronaría algunas fechas más tarde). “Casi hago tres, porque uno pegó en el travesaño, en el segundo tiempo”, añadió. En ese equipo brillaron jugadores como el “Lobo” Ledesma, el “Pocho” Lavezzi, la “Gata” Fernández, pero González recordó a un excompañero con el que compartió plantel en El Porvenir y en Banfield. “Un jugador que me deslumbró fue “Garrafa” Sánchez”, rememoró con añoranza. “Jugador de potrero y que tenía la pelota atada”, añadió. José Luis Sánchez falleció el 8 de enero de 2006 a causa de un accidente de moto.  

 

     "Cuando ganamos el Clausura 2007 con San Lorenzo, ese fue mi mejor momento. Después pasé al San Pablo y no me logré adaptar”, reconoció. La charla circuló entre anécdotas y reflexiones. González no se quedó en el dato, sino que construyó sentido. Destacó que, si bien le gusta ser entrenador (se recibió de director técnico antes de colgar los botines), no se compara con ser jugador porque este último todavía tiene la potestad de decidir el rumbo de un partido. “Como entrenador, por más que se lo inculques a tus jugadores, es más difícil que te salga. Te sale, pero es más complicado”, contrastó entre los dos roles que lo tuvieron y tienen de protagonista en una cancha. “El entrenador es el primer fusible que salta en un proyecto deportivo”. 

 

  ¿Cómo se prepara mentalmente un partido? ¿Qué pasa con la presión? ¿Cómo se lidia con el error? Preguntas que siempre se hace el futbolero con alma de periodista. “Si Montiel no metía el penal y metía uno más Francia, hubiese sido una catástrofe”. Esa reflexión instaló la idea de que el fútbol son momentos. Antes de despedirse, dejó en el aire una certeza: que el fútbol, cuando se cuenta con el corazón, también puede ser una escuela.

 

* Por Franco Sansone, estudiante de 3er año de Periodismo Deportivo.