"Hitoshi" Díaz: “Producir es manejar la frustración. Por cada cien puertas que se cierran, una se abre”

Por Dolores Lavalle Cobo

 

Un jopo rebelde, patillas alargadas, piercings en la boca y ambas orejas, anteojos cuadrados y pines de los Ramones sobre su campera de jean pincelan la estética punk de Díaz. Estudió periodismo porque su sueño era escribir en un diario, hasta que obtuvo una pasantía en un medio gráfico y entendió que había equivocado el rumbo. Transitó por distintos roles en la radio, donde aprendió otra lección: sobre su necesidad de admirar a la persona con la que trabaja, por su talento o su esfuerzo. De lo contrario, prefiere migrar hacia otro lugar.

 

“Hay que empezar a hacer. En el momento en que nos damos cuenta de que somos nuestro propio medio, entendemos lo más importante”, reflexiona, en tiempos donde la comunicación es vertiginosa y con lapsos de atención breves. Como consejo a los alumnos les sugirió “estar atentos y aprender, ya que esto es un oficio”. En cuanto a cómo involucrarse en los medios, “Hitoshi” explicó que los contactos son claves, al igual que en cualquier profesión. Siempre hay un amigo de un amigo. “Yo me llamo Luis Díaz. Buscás mi nombre y me pierdo entre miles. Un día jugamos con un amigo a probar versiones de apodo con una publicidad de televisores de origen oriental: inventé “Hitoshi” para que se acordaran de mí, y hoy firmo así”. Invitó a los alumnos a acercarse a los productores; comentó que muchas veces se necesitan profesionales para un equipo y justo le llega un mail de alguien con ese perfil. 

  

Un día apareció la posibilidad de filmar un corto. Eso lo animó a encarar un largometraje, “Lexter”, y luego un documental, “Heroxs del 88”. “Pensaba que dirigir cine era algo imposible para mí. Sentía que era estar en la NASA”. Pero su lema “hacelo vos mismo”, tatuado en su brazo izquierdo, le infundió el coraje necesario. Dirigió, además, “Una sola noche” y está por comenzar otra película. “El tema es el contravalor de lo que hacemos. No sólo el dinero que percibimos; hay que tener otras ansias; de trascender, de dejar una huella. Sino sería todo muy mercantil”. Contó que hace cosas solo por el gusto de producirlas aunque no le reditúe económicamente. Hizo hincapié en la importancia de devolver todo aquello que recibió, ya que así como alguien le abrió una puerta, él siente la obligación moral de corresponder con la misma actitud. Se despidió con una recomendación: “Esto son postas, con un poquito de agua, una frutita y seguís. No es una maratón, es un camino”.

 

* Por Dolores Lavalle Cobo (@flywithlolaok), alumna de 2 año de Producción Audiovisual.