Ser periodista freelance es un desafío

Por Bianca Laporta | @bianlaporta
Ser periodista freelance es un desafío y parece difícil mantenerse únicamente con “esos” trabajos. Pero hace siete años que Emilia Erbetta afronta este reto y, en su visita a los alumnos del 3er año de Periodismo, contó cómo es trabajar de forma independiente. Habló sobre sus inicios, algunos secretos para definir la estructura de un texto y acerca de ciertas particularidades sobre la edición, el estilo y el lenguaje inclusivo.

Siendo alumna en TEA, empezó a colaborar en Página 12 gracias a un docente. Emilia tenía muchas ganas de trabajar, por eso empezó a escribir sobre espectáculos aunque fuera un tema que no le interesaba para nada. Haber estudiado Letras en Bahía Blanca, antes de llegar a Capital Federal, le dió herramientas para manejarse en el ámbito literario.
“Empecé agarrando lo que nadie quería agarrar, pero estuvo bueno; trabajar en un medio grande te permite tener cierta banca para cuando vas a proponer cosas a otro lado”, concluyó sobre su primera experiencia en medios.

Al poco tiempo de egresarse en TEA, comenzó a trabajar allí como docente y editora del diario publicable de la Escuela, lo que se convirtió en su único ingreso fijo y le dio libertad económica.



Pero no dejó de lado la escritura. Luego de Página 12 pasó por La Nación, colaboró con varias revistas y vivió una gran experiencia en Cosecha Roja, donde participó intensamente durante 2017: “Fue lo más cercano a una redacción, aprendí mucho y fue muy valioso el ida y vuelta con compañeros, editores y editoras, para pensar notas o ayudarnos, algo raro porque siempre lo hice por mi cuenta”, recordaba Emilia.

Hoy en día colabora usualmente en la Rolling Stone, donde debutó haciendo una tapa y en la que escribe sobre todo lo que no sea música. Específicamente trabaja la sociedad en temas amplios y derechos humanos, con cuestiones de género, violencia, salud e inmigración. Acerca de estas temáticas también hace notas para BRANDO y Redacción.

Pero no es tan fácil ganar experiencia en medios y pasar por varios de ellos. Al principio, a Emilia no la llamaban de ninguna redacción, sólo aportaba con colaboraciones, entonces comenzó a preguntarse qué era lo que estaba haciendo mal para que no la tuvieran en cuenta, si sus profesores le decían que iba bien y fue una de las primeras en empezar a trabajar, por lo que a modo de conclusión sostuvo: “Después con el tiempo entendí que son caminos diferentes y que a mí ser freelance me da la libertad de dedicarme a las notas que a mí me gustan e interesan, con notas largas, de profundidad, y eso no es tan común si laburás fijo en una redacción”.

Si bien Emilia elige este camino, trabajar como periodista independiente también tiene sus desventajas. Entre ellas, la principal: la remuneración. La periodista reconoció que además de que las colaboraciones son mal pagas, no se tiene un ingreso fijo por mes, lo que a veces puede generar cierta inestabilidad en su economía. La invitada justificó por qué le parece imposible vivir en la totalidad del periodismo freelance: “Tendrías que hacer 20 notas por mes y es imposible; salvo que hagas notas muy chiquititas pero en general el freelancer no hace eso”. Por último agregó como tema a debatir, la precariedad en la que se trabaja como una nueva contra: “Hay veces que el laburo es un montón y no das abasto, y otras veces hay muy poco. El verano, por ejemplo, es un momento muy duro”.

***

Los alumnos comentaron que una de las cosas que más se les dificulta cuando escriben es encontrar y mantener una estructura en sus textos. En realidad, no hay una fórmula para determinar la “columna vertebral” de un artículo, sino que tiene que ver con los métodos que funcionen según cada uno. En éste caso, Emilia expresó: “La estructura es lo más importante y a su vez lo más difícil de encontrar. A veces pasa que decís, ¿cómo puede ser que esto que es mío, que lo hice yo, se me revele tanto y no le pueda entrar?”.

“Como técnica yo desgrabo todo y empiezo a escribir, veo cómo va saliendo y cuando la estructura se me empieza a revelar imprimo la nota, la leo y la corrijo sobre papel, trabajando sobre lo que ya tengo hecho. La clave es tener en claro qué querés contar”, le confesó a los alumnos. Y concluyó anunciando que cuando define la línea de sus textos es: “como un momento eureka”.

La edición se da casi en paralelo con el paso anterior, porque mientras se relee y se marca un texto para luego corregirlo, automáticamente pasa a estar en un proceso de edición. Emilia lo definió como: “un proceso largo”. Y agregó que es necesario pavear un rato, porque es ahí cuando muchas veces algo en la cabeza se acomoda y te permite continuar. Y si bien aclaró que con el tiempo se va ganando seguridad, a modo de remate argumentó: “Al editor tenés que mandarle lo mejor que puedas sabiendo que se puede mejorar, pero no un borrador”.

A continuación los alumnos consultaron por el estilo, si ella consideraba que ya lo había encontrado o si todavía trabajaba sobre él, a lo que Emilia contestó: “Más que un estilo me interesa el tema de la voz. Me parece que lo más interesante de uno es romper con el estilo y encontrar una voz, hecha desde los temas y del lugar que a uno le interesan”. Y concluyó: “Esta bueno que uno sepa lo que hace bien cuando escribe y usarlo a su favor, pero también entender que eso no tiene que ser una comodidad para no desafiarse”.

Por último se refirió al lenguaje inclusivo y expresó que les permite a sus alumnos que lo utilicen, aunque cree que eso no les garantiza nada: “Considero más importante trabajar un tema y tener una perspectiva de género o feminista que hablar en inclusivo”.

*Bianca Laporta – Periodismo Deportivo 3°BM