“Aprender a leer y a escribir en otra clave”, la invitación de Soledad Arreguez a estudiantes de ETER

Por Julián Ormaechea

En una charla organizada por ETER Escuela de Comunicación para sus estudiantes de carreras a distancia, la periodista e investigadora Soledad Arreguez presentó una mirada crítica sobre la desinformación, la alfabetización mediática, el factchecking y los desafíos del periodismo en la convergencia tecnológica. Subrayó la necesidad de construir audiencias más críticas y profesionales con mayor responsabilidad social en un ecosistema comunicativo cada vez más complejo.

 

En el marco de la cobertura institucional de ETER Escuela de Comunicación, la periodista e investigadora Soledad Arreguez compartió un conversatorio con estudiantes de las carreras a distancia sobre los desafíos actuales del periodismo frente a la convergencia tecnológica, las nuevas formas de comunicación y los paradigmas emergentes que complejizan la práctica profesional.

Como responsable de educación del Proyecto Desconfío, Arreguez explicó que desde esta iniciativa se trabaja para construir un ecosistema informativo más saludable y capaz de combatir la desinformación. Para ello, consideró imprescindible avanzar en procesos sostenidos de Alfabetización Mediática e Informacional (AMI), ante la enorme cantidad de discursos y contenidos que circulan sin estrategias de chequeo, contrastación ni criterios mínimos de veracidad. “Cómo se crean los mensajes y quiénes leen lo que producimos es un interrogante sine qua non para la profesión”, afirmó.

Una de sus intervenciones más destacadas apuntó a la necesidad de sostener un compromiso permanente con la pregunta por la verdad. Según Arreguez, la verdad es una construcción dinámica que requiere revisión constante, especialmente en un contexto donde “muchos grupos sociales consumen contenidos aun sabiendo que pueden ser falsos”. Su proyecto comenzó a tomar fuerza en Argentina con el trabajo conjunto con Chequeado.com y la estrategia del factchecking, inspirada en la experiencia que analizó el flujo de mensajes durante la elección presidencial de Estados Unidos de 2008, cuando se masificó el concepto de fake news.

Con un tono cálido y abierto al intercambio, la especialista también alertó sobre la potencia desinformativa de los discursos que proliferan en redes sociales: “Los desinformantes conocen muy bien cómo funciona nuestra mente, porque es allí donde activan nuestras emociones”. Lejos de desestimar los sesgos de confirmación, los reconoció como un elemento clave para gestionar la información y nuestros saberes previos, y así desarrollar la capacidad de identificar cuándo estamos frente a un contenido falso o diseñado para generar un efecto dañino.

Hacia el final, Arreguez dedicó un tramo del encuentro al rol de los Estados, los gobiernos y las legislaciones en la regulación del universo comunicativo. Aclaró que es necesario impulsar “leyes no restrictivas”, ya que la comunicación no es una actividad colegiada, aunque planteó una pregunta que atraviesa cualquier debate regulatorio: “¿Quién vigila al que vigila?”

La investigadora cerró su presentación destacando la importancia de adoptar nuevas formas de comunicar a través de los formatos y plataformas que brinda la tecnología, pero sin renunciar a la responsabilidad civil y social de la profesión. Recordó que la capacidad de agencia del comunicador implica chequear, contrastar y refutar cuando la realidad lo exige.

Hoy hay que aprender a leer y a escribir en otra clave”, afirmó Arreguez. Con nuevas narrativas, cambios en los procesos y tiempos de publicación, consideró indispensable que las sociedades desarrollen e impulsen reglamentaciones que protejan la calidad democrática frente a intereses empresariales, sociopolíticos o económicos que muchas veces exceden la comprensión y el control de las audiencias.

 

*Julián Ormaechea, estudiante de Periodismo y Producción de Contenidos