“LO IMPORTANTE ES APRENDER DIVIRTIÉNDOSE”
Por Paula Llana
Eduardo Aliverti, locutor y rector de ETER, acompañó la ejercitación de lectura de la poesía frente al micrófono de los alumnos del último año de locución en una clase de la materia Práctica Integral de Radio III.
En el aula La Pre, de la sede de ETER de Villa Crespo, los alumnos de tercer año de locución escuchan al director de la carrera, Marcelo Pérez Cotten. Al lado de él, están sentados la docente Magali Schwartzman y el rector de la Institución, Eduardo Aliverti.
“La poesía es una herramienta de trabajo muy buena porque es una síntesis de la palabra; muy pocas palabras dicen mucho”, enuncia Pérez Cotten. “Y nosotros jugamos a decir mucho. Nadie mejor que Eduardo para graficar el valor de la poesía, que no implica solo lo que dice el poeta, sino también entender a la palabra como mínima expresión que tiene que surgir de la voz”, explica.
Aliverti hojea unos libros que están sobre la mesa en la que está sentado. Son libros de poesía que seleccionó de la Biblioteca de ETER junto a la bibliotecaria, Marcela Ayora. El rector cree que la poesía puede ser usada “como un elemento disparador interpretativo en clase”. Por eso, propone a los alumnos realizar una actividad dentro del estudio de radio, a través de la lectura de obras poéticas. “La idea es hacer algo bien interactivo, que se suelten, que se diviertan. Yo voy a estar primero escuchando y después con ustedes en el estudio”, avisa.
De a poco, los alumnos van entrando al estudio. Algunos esperan en el aula leyendo el material que presentarán unos minutos después. “¿Vamos chicos?”, pregunta Aliverti. Jazmín y Lucas son los primeros en pasar, junto a Oliverio Girondo y Pablo Neruda. “Cansado/¡Sí!/Cansado”, empieza Jazmín, mientras Eduardo, desde el otro lado del vidrio, revisa junto al operador que el micrófono los agarre bien. “De usar un solo brazo/dos labios/veinte dedos”, sigue la joven. El rector entra al estudio. “No cantes. Contestame a mí, ¿cómo está?”, “Cansado”, responde Jazmín, riendo.
En la cabina del operador, algunos chicos están sentados repasando sus textos. Miran a sus compañeros que practican en el micrófono para entender a qué deberán prestarle atención durante la actividad. “Imaginate a quién se lo estás contando, ¿en quién estás pensando?”, le sugiere Aliverti a Lucas. “Muy bien”, los felicita. Y destaca la importancia de ser auténtico ante el micrófono. Es necesario acompañar la locución de la expresión corporal, interpretar los adjetivos.
Pasa el próximo grupo. Los docentes y el rector escuchan atentos. “Tiene una voz impresionante”, dice Magalí. Sobre la mesa, un anotador de hojas lisas guarda las observaciones sobre el ejercicio que luego les harán a los alumnos. Eduardo camina, piensa. Mueve la lapicera. Anota. Entra al estudio y espera a que los alumnos terminen de hablar. “Sientan lo que dicen, el secreto de la poesía no es rimar ni recitar”, dice.
Antonio Machado, Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, Luis Alberto Spinetta y Gustavo Ceratti son algunos de los que seguirán acompañando a los chicos al estudio, que reciben devoluciones de cada locución que hacen. Entre mates, los docentes los observan con atención desde la cabina.
Cuando terminan de pasar todos los alumnos, los invitan a volver entrar al estudio, y sentarse de a dos a frente al micrófono.
Los chicos se sientan en ronda alrededor de la mesa y observan a los que pasan a leer los poemas. “Me parece que estás sonriendo y así le sacás el dramatismo que el texto intenta dar”. “Los finales de cada verso suenan igual”, interrumpen y aconsejan a sus compañeros. El rector de la escuela lee con ellos y les sugiere las últimas consideraciones. “Acompañen con gestos, con la cara. Cierren el puño, enfaticen las letras”. Para él, es importante entender “el sentido de la imagen”.
De vuelta en el aula, los alumnos se sientan para escuchar las conclusiones de quien los supervisó las últimas dos horas y media, que destaca lo fundamental de respetar las pausas y los silencios. “Todo es práctica”, afirma. “Lo importante es gozar, aprender divirtiéndose”.
@Chunia_
En el aula La Pre, de la sede de ETER de Villa Crespo, los alumnos de tercer año de locución escuchan al director de la carrera, Marcelo Pérez Cotten. Al lado de él, están sentados la docente Magali Schwartzman y el rector de la Institución, Eduardo Aliverti.
“La poesía es una herramienta de trabajo muy buena porque es una síntesis de la palabra; muy pocas palabras dicen mucho”, enuncia Pérez Cotten. “Y nosotros jugamos a decir mucho. Nadie mejor que Eduardo para graficar el valor de la poesía, que no implica solo lo que dice el poeta, sino también entender a la palabra como mínima expresión que tiene que surgir de la voz”, explica.
Aliverti hojea unos libros que están sobre la mesa en la que está sentado. Son libros de poesía que seleccionó de la Biblioteca de ETER junto a la bibliotecaria, Marcela Ayora. El rector cree que la poesía puede ser usada “como un elemento disparador interpretativo en clase”. Por eso, propone a los alumnos realizar una actividad dentro del estudio de radio, a través de la lectura de obras poéticas. “La idea es hacer algo bien interactivo, que se suelten, que se diviertan. Yo voy a estar primero escuchando y después con ustedes en el estudio”, avisa.
De a poco, los alumnos van entrando al estudio. Algunos esperan en el aula leyendo el material que presentarán unos minutos después. “¿Vamos chicos?”, pregunta Aliverti. Jazmín y Lucas son los primeros en pasar, junto a Oliverio Girondo y Pablo Neruda. “Cansado/¡Sí!/Cansado”, empieza Jazmín, mientras Eduardo, desde el otro lado del vidrio, revisa junto al operador que el micrófono los agarre bien. “De usar un solo brazo/dos labios/veinte dedos”, sigue la joven. El rector entra al estudio. “No cantes. Contestame a mí, ¿cómo está?”, “Cansado”, responde Jazmín, riendo.
En la cabina del operador, algunos chicos están sentados repasando sus textos. Miran a sus compañeros que practican en el micrófono para entender a qué deberán prestarle atención durante la actividad. “Imaginate a quién se lo estás contando, ¿en quién estás pensando?”, le sugiere Aliverti a Lucas. “Muy bien”, los felicita. Y destaca la importancia de ser auténtico ante el micrófono. Es necesario acompañar la locución de la expresión corporal, interpretar los adjetivos.
Pasa el próximo grupo. Los docentes y el rector escuchan atentos. “Tiene una voz impresionante”, dice Magalí. Sobre la mesa, un anotador de hojas lisas guarda las observaciones sobre el ejercicio que luego les harán a los alumnos. Eduardo camina, piensa. Mueve la lapicera. Anota. Entra al estudio y espera a que los alumnos terminen de hablar. “Sientan lo que dicen, el secreto de la poesía no es rimar ni recitar”, dice.
Antonio Machado, Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, Luis Alberto Spinetta y Gustavo Ceratti son algunos de los que seguirán acompañando a los chicos al estudio, que reciben devoluciones de cada locución que hacen. Entre mates, los docentes los observan con atención desde la cabina.
Cuando terminan de pasar todos los alumnos, los invitan a volver entrar al estudio, y sentarse de a dos a frente al micrófono.
Los chicos se sientan en ronda alrededor de la mesa y observan a los que pasan a leer los poemas. “Me parece que estás sonriendo y así le sacás el dramatismo que el texto intenta dar”. “Los finales de cada verso suenan igual”, interrumpen y aconsejan a sus compañeros. El rector de la escuela lee con ellos y les sugiere las últimas consideraciones. “Acompañen con gestos, con la cara. Cierren el puño, enfaticen las letras”. Para él, es importante entender “el sentido de la imagen”.
De vuelta en el aula, los alumnos se sientan para escuchar las conclusiones de quien los supervisó las últimas dos horas y media, que destaca lo fundamental de respetar las pausas y los silencios. “Todo es práctica”, afirma. “Lo importante es gozar, aprender divirtiéndose”.
@Chunia_